El buen diseño debe provocar. De alguna forma esperamos respuestas de alguien ante las acciones que emprendemos, pero cuando el diseñador inicia un diálogo donde adjetiva invocando la innovación, comienza a deambular por un escenario plácido y confortable. Pareciera que da por hecho que ese terreno le pertenece, tanto así que se le identifica al concepto – como también a la idea de que es un ser creativo, por defecto – inclusive sin la necesidad de hacer justicia a esa apreciación con la evidencia de alguna obra que lo amerite.
La innovación es intrínseca a la formación de un diseñador, a lo menos al mundo académico, pero es crucial ante el actual escenario que vive la humanidad, preguntarnos dónde queremos situar la innovación en un proceso de diseño. La convertiremos acaso en un discurso que busca comprender, explicar, sistematizar y metodologizar un recurso que no es el propósito final, o por el contrario en un instrumento para llegar a una solución que le haga sentido a las personas.
La innovación debe considerar imaginar ese momento de la solución, no solo desde el aspecto técnico / tecnológico que probablemente las encuestas les dará ilusamente algún grado de certeza – que parece necesitar más el autor que el usuario-, sino desde el sentido más humano, centrado en la persona.
Cuando se refieren al campo de acción del diseñador chileno Alfredo Zolezzi, presentan su trabajo como innovación social – concepto frecuente hoy en día – pero él aclara regularmente en sus charlas que prefiere hablar de innovación aplicada, y cuando hablamos de innovación aplicada nos estamos refiriendo a que existe alguien que lo percibe, lo adapta, lo usa. Lo aplicado me hace mucho sentido cuando hablamos de innovación y también cuando hablamos de diseño, son herramientas fundamentales que coexisten en un escenario concreto, donde solo es posible validarlos desde la praxis.
Desde diversos frentes hemos venido trabajando en particular desde la Región de Valparaíso, en la innovación social y el diseño como eje articulador de iniciativas que toman como valor la aplicación, hace una década fundamos IDEA, Innovación y Diseño Estratégico Aplicado, ya entonces aparecen conceptos vinculados a la innovación y lo aplicado, hoy hablamos de lo mismo, pero con el fin de desarrollar y hacer crecer un territorio a través de productos y servicios innovadores.
Parece legítimo preguntarse si el diseño provoca la innovación, o la innovación es el resultado de una expresión de diseño. El desafío para el diseño se centra todavía en evidenciar que su relación con la innovación conmueve e incita cuando es aplicado a una solución autentica imaginada para las personas.