Arquitectura y los paisajes de la Violencia

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Es en estos tiempos de turbulencia donde pocos conceptos merecen una mirada crítica como la interacción entre la violencia y el entorno construido, las historias contradictorias del modernismo nos dicen que es imposible considerar a la Arquitectura como algo simple, solitaria, como una víctima pasiva de la violencia o de las respuestas sociales de ella. El espacio construido, diseñado, es capaz de encarnar actos violentos, dejando una huella a veces inolvidable para la sociedad de los procesos que pasaron en el tiempo.

Vale la pena pensar entonces cuando hablamos de Arquitectura contemporánea, de que modos se nos ha olvidado esto. Si la historia es violenta y produce resultados espaciales de esos conflictos como es que las perspectivas o metodologías se ven tan lejanas al levantar proyectos, talleres o investigaciones sobre este tema. ¿O será que somos una generación donde todo se parece ocultar, a modo de veladura en un buen render o proyecto global, es tan fuerte nombrarla para que no aparezcan los vestigios de la violencia inherente en el espacio o en el diseño?

Desde la propaganda, las exhibiciones o el grafiti hasta los fríos complejos habitacionales de alta densidad, desde los mataderos donde consumimos, hasta las cárceles. Desde los asentamientos ilegales donde la norma es la de sobre vivir, hasta grandes palacios gubernamentales fruto de la conquista, desde los muros que separan realidades, hasta campos de concentración que funcionan hoy en día. Y finalmente desde nuestra materia y forma donde el ambiente nos dice de la violencia silenciosa (de manera inmanente está la lucha de los unos contra los otros). No solo la arquitectura es capaz de sancionar o legitimar la violencia sino también darle un soporte espacial para prosperar y esa es nuestra responsabilidad como Arquitectos, enfrentarla, para tener el mayor número de reflexiones posibles.

Lebbeus Woods
Lebbeus Woods: “Quake City,” from the “San Francisco Project: Inhabiting the Quake” (1995)

¿Es la arquitectura autoinmune a la violencia o debe ser expuesta, enfrentada y emplazada ante el recordatorio de la historia? En el texto de Slavoj Zizek “Violencia, seis caminos de reflexión” , Violence: six sideways of reflections” el filósofo plantea una importante distinción entre lo que llama la violencia subjetiva y la violencia objetiva. Justifica que la violencia subjetiva como las más visible, la cual incluye una etapa “simbólica” que implica el lenguaje y su forma y que tiene que ver con imponer un cierto significado universal, el segundo tipo le llama violencia “sistémica” o las consecuencias a menudo catastróficas en el tiempo de un buen funcionamiento de cualquier sistema económico y político.

Unos de los pensadores que hizo frente a esta idea de violencia dentro del diseño, fue Lebbeus Woods ( 1940-2012) quien con sus investigaciones y talleres disciplinarios ocupando bocetos, croquis , maquetas, etc puso en el centro del aprendizaje ocupar la memoria de la arquitectura transgredida como instrumento de transformaciones sociales ,así no olvidar nunca la violencia inherente del entorno y de la historia; proyectos como los edificios “ muro” en la Habana o las intervenciones en San Francisco, Corea y Sarajevo donde llevó la academia a veces desligada de la realidad al campo de batalla. Mediante su arquitectura pretendió regenerar la sociedad y confrontar los “paisajes de la violencia” o los de un “entorno destruido por la guerra” a través de transformaciones radicales, utópicas podría decirse. Su obra es un cuestionamiento de las restricciones impuestas por la función y la estructura (en su amplio sentido), la ruptura de las barreras y la evolución de nuevos tipos de espacios: las estructuras espaciales libres visualizadas en su obra gráfica. Anarquitectura, arquitectura como un acto político.

Manifiesto 1992

“Arquitectura es guerra
La arquitectura y la guerra no son incompatibles.
Arquitectura es guerra.
Guerra es arquitectura.
Estoy en guerra con mi tiempo, con la historia,
Con toda autoridad que reside en formas fijas y asustadas.
Soy uno entre los millones que no encajan,
Que no tienen hogar, ni familia,
Ni doctrina, ni un lugar fijo al que pueda llamar mío,
Ni un inicio o un fin conocido,
Ni un ‘lugar sagrado y primordial’.
Yo declaro la guerra a todos los íconos y finalidades,
A todas las historias que me encadenarían a mi propia falsedad,
Mis propios despreciables temores.

Sólo conozco momentos, y vidas enteras que son como momentos,
Y formas que aparecen con infinita fuerza y luego ‘se desvanecen en el aire’.
Soy un arquitecto, un constructor de mundos,
Un sensualista que rinde culto a la carne, a la melodía, a la silueta contra el cielo que oscurece.
No puedo saber tu nombre. Tampoco puedes saber el mío.
Mañana empezaremos juntos la construcción de una ciudad.”

Lebbeus Woods, Manifiesto leído en voz alta en los escalones del quemado Museo Olímpico de Sarajevo el 26 de noviembre de 1993, a la vista de los francotiradores y artilleros serbios.