Nuevas tecnologías, nuevas oportunidades para los profesionales del diseño y la comunicación visual

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Día: viernes 18 de mayo 20:30 PM, previo al feriado largo del 21. Lugar: Estacionamiento Copec, Costanera Norte, antes del empalme con la Ruta 68. Destino: Santiago. Situación: Alejandra, mi esposa, me pide que vaya a comprar unos wipes para la guagua y unas bebidas para ella y mi hija mayor, en el Pronto de la Estación de Servicios. Afuera del auto es el caos, santiaguinos escapan de la ciudad para pasar unos días en la costa.

Para mi interior me pregunto, en qué momento fui a parar en ese lugar y por qué había sido castigado con tamaña peripecia. Resignado descendí del auto y enfrenté mi destino. Ingresé al local y recogí los productos solicitados, luego me dispuse hacer la fila para pagar, que supuse infinita.

En eso estaba cuando de pronto se acerca una joven y muy amablemente me dice: “Señor va pagar con tarjeta” a lo que asentí. “Puede hacerlo en el módulo de autoservicio” finalizó. Fue así como descubrí que, frente a las dos colaboradoras del mesón, había ocho módulos, ergonómicos y muy bien brandeados, puestos a disposición para facilitar la transacción de los clientes y disminuir muy eficazmente los tiempos de espera que ocasionan los mesones de atención.

En ese momento tome conciencia de cómo estos nuevos objetos, silenciosamente, se han ido apropiando de los puntos de venta y modificando los procesos de compra, de forma definitiva. No sólo los encontramos en las estaciones de servicios (en la tienda y en el punto de carga de gasolina), pero también en farmacias, supermercados, metro, aeropuerto o incluso bancos que frente a la automatización deciden cambiar de rubro y convertirse en cafeterías.

A través de esta pequeña anécdota, no quiero poner el foco sobre el cambió en el mercado laboral, que ya es objeto de discusión y análisis por expertos en todas partes, pero en otra dimensión derivada del ingreso de la tecnología en nuestra cotidianeidad. La revolución tecnológica que estamos viviendo abre un mundo de oportunidades para los profesionales de la comunicación y más específicamente para los comunicadores visuales, que tienen el desafío de facilitar y desarrollar las interacciones entre los nuevos objetos inteligentes y los individuos, a través del diseño y la construcción de interfaces intuitivas, efectivas y lúdicas.

Pero para conocer las posibilidades que el campo abre para nuestra disciplina, es necesario entender el cambio que enfrentamos, tomando como ejemplo la Inteligencia Artificial (AI), su proyección y posibilidades de uso.

En principio se trata de un área multidisciplinaria de la informática, la ciencia y las ciencias humanas que permite dotar de la capacidad de resolución de problemas a entidades artificiales de forma autónoma, por medio de algoritmos y paradigmas de comportamientos humanos – proceso conocido como automatización.

Sin embargo, el potencial es aún mayor, el objetivo es lograr que estas entidades posean la capacidad de razonar, planificar, aprender y comprender el lenguaje para facilitar el trabajo, aumentar la capacidad de producción y finalmente mejorar nuestra calidad de vida.

Las áreas de intervención de la AI son ilimitadas y muchas de sus funciones están aún por descubrirse, pero la tecnología ya está siendo aplicada en diversos campos que viven cambios paradigmáticos. Por ejemplo, en transporte, permite hacer seguimiento de un vehículo, calcular los tiempos y costos de trayectos, conocer las rutas más cortas y con menos tráfico en tiempo real, e incluso evitar la conducción misma del automóvil. En el caso del retail, optimiza la relación con los clientes porque logra ampliar los horarios de atención, homogeneiza la relación empresa / persona ya que permite estandarizar la información sin importar el punto de contacto, individualiza los servicios para cada consumidor y entrega recomendaciones de manera más efectiva, permite la obtención de información sin tope de día u hora, anticipa las solicitudes e identifica oportunidades, finalmente mejora la satisfacción del comprador.

Con relación a las comunicaciones, poco a poco se ha ido apropiando de los canales digitales, a través de Apps inteligentes y sitios web interactivos, personalización de la información según características de usuario y uso de chatbots, que logran replicar la experiencia de comunicación humana y en la que no nos es evidente percibir que estamos tratando con inteligencia artificial.

Otro componente que me parece relevante mencionar tiene relación con la aparición de la tecnología IoT (Internet of Things o Internet de las Cosas), que entrega la facultad de comunicarse con “las cosas”, relacionarnos directamente con ellas, monitorearlas y obtener información ya sea por medio del celular, aplicaciones móviles o directamente con él objeto.

En un futuro no tan lejano será posible, a través de mi cepillo de dientes, conocer el estado de la carie que se encuentra en mi muela inferior izquierda, saber cuánto tiempo tengo antes que me duela, cuándo es conveniente que visite al dentista, qué tipo de especialista necesito, dónde se encuentra el que está más cerca de mi casa, cuál tiene cobertura asociado a mi plan de salud y pedirle que haga la reserva.

En este escenario, el desarrollo de interfaces que faciliten la relación con los objetos se convierte en un campo en sí mismo. Así los llamados a proporcionar la interacción adecuada de este nuevo entorno son los profesionales del diseño.

¿Cuál es el rol que juegan los profesionales de esta disciplina?

El diseño de interface permite que la interacción usuario/objeto ocurra de forma apropiada, y en este contexto en particular, ayuda a que la persona pueda controlar las acciones del objeto y pueda recibir las respuestas esperadas que le permita continuar interactuando o de obtener la información que es de su interés.

Por lo tanto, el desafío es generar una interacción amigable (de fácil uso), intuitiva y que permita acceder a los contenidos buscados o realizar las acciones deseadas de forma rápida y sencilla. Es ahí donde el trabajo del diseñador se hace evidente, ya que su función consiste en dar forma a estas “propiedades de la interacción” por medio de una estructura visual de actividades que responde a las expectativas de los usuarios.

Este trabajo no es sencillo pues involucra know how asociado no sólo al diseño, pero integrado a los conocimientos de está profesión, como la psicología, la semiótica y la ergonomía.

Con el ingreso de la tecnología IoT y la inteligencia artificial, los espacios de interacción se multiplican y los requerimientos de diseño de interfaz también. Bajo esta premisa ya no bastará con generar diseños responsive sólo para las pantallas de computadores y tablets, sino que también habrá que considerar la adaptación de los contenidos a los más variados formatos y soportes, como en el caso del reloj de Apple – Watch.

El diseño responsive o si se prefiere “adaptable” no hace más que hacerse cargo de las necesidades impuestas por las distintas plataformas, vale decir computadores, tablet (iOS o Android), smartphone, notebook o Kindle y generar diseños flexibles para cada soporte. Esto implica condicionar imágenes, textos, botones y titulares, para que su visualización sea correcta y la interacción sea funcional sin importar el tamaño o la disposición.

La metodología y los conocimientos de los profesionales del diseño, asociados a su función en cuanto a facilitar el tráfico de mensaje y contenidos de manera eficiente, tiene como principal misión ser capaz de guiar, de manera lógica y coherente, las acciones con el objeto. Lo anterior se logra a través del uso de color, diagramación, jerarquización, iconografía, creación de imágenes, tipografías entre otras dimensiones con las que trabajan los diseñadores. El resultado de la correcta aplicación de estos factores en la implementación de los puntos de interacción asegura una buena experiencia de usuario. Este último es el componente clave en el diseño de interfaz.

El usuario se encuentra en el centro del desarrollo de las nuevas tecnologías, que deben apuntar a solucionar sus necesidades y agregar valor con el fin de obtener su preferencia. Para lograrlo es necesario conocer sus características, costumbres y expectativas. Para proyectar su comportamiento es recomendable determinar el perfil, preguntándose acerca de ¿quién es?, ¿en qué condiciones interactuará con el objeto? y ¿qué espera de esa interacción?

En otras palabras, tener claridad respecto a las tareas y funciones que el individuo realizará con el objeto en cuestión y cuáles son las respuestas que espera posterior al encuentro con “la cosa”. Con el respaldo sobre estos aspectos es factible transmitir de mejor manera el contenido o la información que el usuario requiere y de esta manera optimizar el encuentro con la información o acción que permite el objeto.

Por medio de la inteligencia artificial, las respuestas y servicios que entregarán los objetos serán más profundos y la relación con ellos más compleja, ya que tendrá la capacidad de conocer y aprender sobre la persona y con el pasar del tiempo ofrecer interacciones individualizadas, según sus características propias.

Ante esta situación, “el espacio” entre individuo y objeto deja de ser continuo y la interfaz deberá tener la capacidad de ir mutando en la medida que el objeto logre entregar respuestas especificas a individuos únicos. Durante el proceso de cambio la interfaz deberá ser capaz de respetar los elementos que permiten mantener la interacción amigable e intuitiva. ¡Y ese sí que es un gran reto!

A modo de resumen, la interacción con objetos inteligentes, que nos proveerán de información útil y facilitarán procesos tediosos, ya es una realidad. El diseño cumple un rol estratégico optimizando la relación con estos objetos, a través de la construcción de la interfaz, con los que estableceremos acciones y relaciones de distinta complejidad. Para lograr lo anterior es fundamental conocer al usuario y ser capaces de dar respuestas a las necesidades de este, a través de las interacciones que realice con los objetos.

La generación de sitios web responsivos nos entrega un piso para enfrentar los próximos desafíos, donde los contenidos deben ser hyperflexibles y estar disponibles en soportes y dimensiones que quizás aún ni siquiera imaginamos, sin perder las propiedades que permitan guiar y acceder a la información de manera simple y rápida.

Siempre es complejo aventurarse a proyectar el futuro, las empresas de tecnología se encuentran experimentando con automóviles sin conductores, con tiendas donde no es necesario pagar inmediatamente, como Amazon Store, o con distribución de productos a través de drones, en una carrera por saber quién genera la idea más innovadora y trascendental del nuevo milenio. La Inteligencia Artificial nos permite soñar ilimitadamente, a través de ella buscamos hacer más fácil nuestras vidas y evitarnos cualquier tarea que nos parezca molesta, como comprar wipes en una estación de servicios repleta de gente. Por ahora la novedad de relacionarnos con bots nos anima y alegra, pero cuando se hayan integrado definitivamente en nuestro día a día y no queden tareas aburridas por hacer, yo de todas maneras encontraré alguna razón para quejarme.